lunes, 2 de septiembre de 2013

POR LOS VALLES ASTURIANOS

Día 44 de ruta, 85 kms.  El desayuno de hoy en casa de Flor, que es una mujer mejicana, ha estado flojito: dos tostadas y una madalena; no puedo ir muy lejos y tendré que tomar algo a media mañana.
El primer tramo de ruta hasta LLanes ha sido entretenido, por caminos bordeando el mar, por paisajes muy verdes y las montañas que bordean por el otro lado al mar.   Los desniveles son pequeños pero continuos y en mis piernas noto el cansancio de ayer
(realicé todas las subidas a buen ritmo) y hoy lo estoy pagando.
A estas alturas no se pueden hacer excesos y hoy voy muy lenta para no forzar y poder recuperar para cuando lleguen las subidas.
He pasado por LLanes y luego por Barro, junto a una bahía que sube con la marea y una bonita iglesia al lado.   Había quedado con Ángel Fernández, un chico que nos conocemos en facebook, y ha querido saludarme.  Se lo agradezco mucho, esto siempre da ánimos y fuerzas para continuar.  Le he hecho esperar un poquito...
Después he pasado por un pequeño pueblo que estaba en fiestas, con muchas chicas vestidas con sus trajes regionales.
El siguiente pueblo ha sido Ribadesella; una interesante villa marinera, situada al lado de la desembocadura del río Sella dividiendo la ciudad.   He llegado aquí con mucha hambre y he aprovechado para hacer un menú y probar la típica fabada asturiana; buenísima...
Antes de salir vuelvo a coincidir con el grupo de los 2 catalanes a los que acompañan 3 chicos más del norte.
Por la tarde el recorrido deja de bordear la playa y se mete en el interior, empezando a haber alguna subida fuerte.   Asciendo hasta la iglesia de Santiago de Gobiendes y después de un par de puertos de 3 kilómetros, llego por un bonito sendero al lado de un riachuelo a Sebrayo, donde hay un pequeño albergue.
Aquí es donde tenía previsto llegar y estoy satisfecha dada mis sensaciones iniciales de fatiga.
Como no he realizado muchas paradas, a parte de la comida, llego a las 18:00, más temprano que otros días.

Vistas de Gijón, después de coronar el último de los puertos.








Valles asturianos entre montañas, con pequeños pueblos dispersados en su interior.


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